domingo, 27 de enero de 2008

Un grito de otro mundo





Este post se lo dedico a mi prima quien me hizo el grandísimo honor de ser la primera persona que monta un cuadro de mi autoría en su casa. Un grito de otro mundo, lo hice para desahogar una pena que me agobiaba en una noche que en la que estuve acompañado del añejo jugo de las uvas y del gris fantasma de los cigarrillos. Al terminarlo me sentí así, como si hubiera gritado todo lo que llevaba por dentro...

2 comentarios:

eika dijo...

Allí estaba de pie
en medio de aquella soledad
que resonaba en su memoria
y desbordaba los límites del mundo.
Se sumergía en sus recuerdos.
A solas se hablaba
y caía en su tristeza eterna.
Cerrada la boca, una voz arrastrada
le salía desde lo más hondo,
recorría todo su cuerpo,
atravesaba como una ahuecada fosa
y aparecía al otro lado de las sombras.
Era una vos intemporal.
Convocaba a un tiempo abolido.
Bostezaba allí el hastío
y eran largos los días.
Volvían las viejas casas, los suburbios,
los caminos, las calles solitarias.
Era una alameda escondida,
mujeres luminosas e irreales
se paseaban arrulladas por sus sueños.
Ahora, en un rincón de sí mismo,
doblado por los años a la muerte espera
con los ojos cerrados.

-Francisco Pérez Perdomo-

Nidesca dijo...

creo que el grito se percibe claramente y si lo escuchan en otros mundos comprenderán que a veces reímos y a veces no nos queda más remedio que gritar.

saludos